29 de septiembre de 2014

Moratínez

Tengo que traer al “Cole” conmigo.
 Así se titula la lista de las cosas que  piden que Mr. Trastito lleve en su mochila a la guardería  escrito en una media cuartilla de las de antes. Ya está todo preparado para mañana. Y no sé si llorar o reír de acordarme cuando yo fui a la guardería. Por supuesto que no recuerdo mi primer día de guarde pero si tengo una unión salteada de imágenes; del lugar, del espacio, de las colchonetas verdes donde dormíamos la siesta, de los niños, de la comida, de algunas amiguitas y sobre todo de la casita de madera de colores que había en el patio, eso no se me olvidará nunca! Porque yo también fui. Tengo fuertemente marcado aquel campamento  de verano a Sierra Espuña en el que cada noche un grupo de niños dormíamos en tienda de campaña fuera y junto al albergue donde permanecía el resto de compañeros y monitoras. Aquella complicidad que se vivía con los amiguitos y las monitoras metidos con linternas debajo de aquella tela impermeable bajo la luz de las estrellas y la sombra de los árboles es algo, que tan pequeños, creo que  determinó nuestros destinos (perdonen si me pongo un tanto romanticona).Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Si bien es cierto que cuando vinieron mis padres a recogernos, mi hermano y yo, tuvimos distintas reacciones; mi hermano echó rápidamente los brazos a nuestros progenitores, él es un año menor que yo y aún no sentía la sensación de desapego, pero por el contrario  a mí aquella aventura que me encantó, en su momento, no lo acepté como algo positivo si no como un acto de abandono de mis padres, pero que sabia es la memoria que eso no lo recuerdo. Ahora que soy madre me imagino los duros momentos que mis padres vivieron aquel día ante mi contraria actitud. Y espero fervientemente que mi hijo no tenga esa misma sensación estos primeros días que estará unas horitas sin mí, en otro lugar, con otros niños y al cuidado de unas monitoras excelentes. ¡Vas a estar fenomenal chiquitín!

Hace unos días estaba marcando sus objetos personales tal y como nos indicaban en esa hojita, y tuve un lapsus incorregible pero ahora lo percibo con gracia e ingenio. Puse Moratínez, en vez de Moratinos y me di cuenta cuando estaba empezando a escribir  mi segundo apellido. Ohhh no!!!  no se puede borrar! Me dije para mí… Así que a partir de este acierto-equivocación Mr. Trastito tendrá, en plan cariñoso, un solo apellido en contracción de los dos. Me gusta. Me encanta.
A veces las cosas ingeniosas ocurren porque tienen que ocurrir, pienso inconscientemente mientras él me mira sin saber lo que mañana va a acontecer.

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