Hace algo más de 20 meses que llegué a este mundo gracias a tu insistencia. “Tú querías ser abuelo y yo quería ser tu nieto”. Quien iba a saber que ibas a poner los ojos como un chinito cuando me veías aparecer, agitando mis ricitos dorados y que te hiciera sentir tan feliz. Todos hemos vivido esa felicidad juntos y contigo. Un domingo primaveral empezaste a despedirte sin nosotros saberlo. Tu cuerpo envió avisos. Nosotros no los recibimos. Unos días más tarde todo se tiñó de oscuro. Algo que parecía subsanable con una cierta facilidad empezó a desencadenar una serie de infortunios. Mensajes, llamadas, nervios, esperas, lágrimas y abrazos fue lo que secundó. Unas horas interminables, unos días intensos y ansiosos, pero yo seguía dando felicidad. Nunca habías estado enfermo por eso tenías tanto miedo al final.
Eras un hombre muy fuerte de estatura más bien escasa pero
de apariencia robusta y afable. Tus gafas de pasta negra delataban una gran
cultura detrás. Maestro, director, padre y finalmente abuelo como tanto habías
deseado. Fuiste ejemplo en tu trabajo. Muy orgulloso contabas a mis papás tus
avances en la docencia y que no dudabas en compartir, transmitiéndolo a otros
colegas maestros, de población en población. Aunque pasaron unos años y ya
estabas jubilado la gente te recordaba con mucho cariño como Don Manuel
mientras esbozaban una sonrisa y sus miradas se acristalaban. Siempre
acompañado de tu inseparable esposa Doña Mº Carmen, mi abuelita, a la que
antiguos alumnos también recordaban con mucha emoción. Formasteis un tándem
genial. Misma profesión. Mismo colegio. Tres hijos en común. Os conocisteis en
un pueblo recóndito andaluz en la serranía de Málaga. Allí vuestro destino se
cruzó. Una burgalesa y un moratallero formalizaron su relación. En Molina
creasteis un fuerte. En Los Conejos un paraíso. En la playa pasabais una
temporada y en Moratalla acudíais para las fiestas. En la peña 24 tenías tu
sitio privilegiado donde ofrecías tapas a todo el que por allí pasaba. Siempre
me acordaré de tu último arroz con habas y atún de viernes santo del que yo mismo
te ayudé a pelar las habas.
Apasionado
del cine disfrutaste muchos años dirigiendo un cine club, mi papá me cuenta que hasta él hizo de acomodador. Llegaste
a montar tu propia sala de cine en la casa del campo hoy conocida como la
habitación del billar. En el porche pasabas muchísimas horas contemplando tu
vergel, la piscina, la naturaleza…Sobre tu mesa de manises de aire andalusí, que
fabricabas tú mismo, te metías de lleno en la lectura mientras degustabas medio
litro de agua con naranja para desayunar. El periódico todos los días. La
siesta en tu sillón. Tu vasito de buen vino. Un libro por destripar. Las
noticias del telediario. Las películas en tu rincón. Los tomates y naranjas de tu
huerto sin fumigación. Un viaje a Marruecos con mis otros abuelos. Siempre con
grandes amigos. Comidas degustación. Disfrutabais de la buena gastronomía y de
los caldos color pasión. Las partidas de dominó en el casino, en el restaurante
de Punta Prima con tus amigos. Conducir no era tu fuerte ni santo de tu
devoción.
Viviste
como quisiste y te vas rápido sin decir adiós. Querías que tus hijos tuvieran
una “vida ordenada” y entonces llegué yo. Yo era “tu pequeñín” y siempre lo
seguiré siendo. Tan solo se escribir la O. Ha pasado todo tan deprisa. ¿Qué
serán de las comidas familiares de cumpleaños que hacíais a mi tita y mi papá ahora
que no vas a estar tú?. Tu deliciosa pata
asada que era ya una tradición. Tendrá
que hacerla mi padre con tu receta canaria y con mucho amor. Moratalla llora tu
ausencia y nosotros nos quedamos con un gran vacío dentro. Un enorme espacio
has dejado que ahora llenamos con tus recuerdos. Muchos. Muchísimos. Solo nos
acordamos de lo bueno y todo lo mejor. A mi madre la acogiste como a una hija.
A mis otros abuelos, tíos y primos los recibiste con agrado, cariño y educación
como si fueran de tu propia familia. Tus hermanos y sobrinos te echarán mucho
de menos. Tus hijos y esposa te quieren un montón. Nadie presagiaba este
repentino desenlace. Tu infancia no fue nada fácil por los tiempos que corrían pero has
conseguido muchas cosas gracias a un inmenso esfuerzo y mucha dedicación,
contando por supuesto con mi abuela para todo y en toda ocasión. Que voy a decir yo que la gente ya
no sepa que fuiste una excelente persona y te recordaremos, todos, en lo más
hondo de nuestro corazón.
A ti abuelito
Tu pequeñín, siempre