Su esqueleto estaba dañado por los años y años sin uso y sin cubrición. Las heridas en su estructura, sangrantes, por la desidia eran más que evidentes. Algo había quedado refugiado por las medianeras y una ligera malla de tela que dejaba ver sus entrañas. Un estado de desolación. Quizás sus ansias de ser algún día un hermoso edificio le hicieron aguardar a la espera para ser rehabilitado y terminar definitivamente su construcción. Ha pasado mucho tiempo desde el inicio y es posible que lo que antes era una cosa ahora esté en jaque hasta su nombre y la propia forma incluso su definición, original. Es una obra inconclusa que ha sufrido los daños colaterales de una gran transformación y que se siente en desgracia con todos, con él mismo y su progenitor. Finalmente ha tenido mucha suerte y está siendo de nuevo cuidado, con cariño, con esmero. Él ha sufrido mucho y las reparaciones deben ser cautelosas, programadas y entre manos de algodón. Tanto tiempo que ha pasado solo y herido está abrumado de las visitas diarias para sanarlo y llevarlo al esplendor. Sin abrigo, uso, y roce o desgaste, solo. Su piel aún no está formada pero ya respira y se comunica con los vecinos de los números contiguos. Quiere expresar sus deseos. No puede moverse hacia los lados pero anhela volcarse al exterior. Él se hace estas reflexiones ¿Quién es realmente mi padre y por qué me abandonó? ¿Qué ha pasado durante todo este tiempo? ¿Quiénes han venido a salvarme?, mientras yo sigo explorando las fases de su ejecución.
Una ráfaga de aire templado se cuela por el interior secando aún más las
grietas reparadas y desplazando el polvo acumulado por la superficie. El gris
se ha convertido en dorado por la potencia de la luz, parecen cuchillos
amarillos o sierras afiladas que sesgan hasta los troncos más duros de los
palos de hormigón. La luz ha dado sentido a ese espacio muerto, frío y desolador.
¡Hasta parece que sus vellos se han
erguido como los míos en ese instante que ha aparecido la intensidad de la luz!
La estructura ha tomado forma, sentido e incluso dimensión. Es posible la
vida y la resurrección de este edificio sin alma, sin cuerpo, sin piel…que se
ha mantenido a duras penas, en los
huesos, que ya han sido curados, puestos a punto, en carga, fortalecidos con
una nueva y más eficiente tecnología. Al
final otros han tenido menos fortuna que éste y siguen esperando a una posible reforma
o ya en las últimas, su destrucción. Un paisaje urbano catastrófico le rodea. Tapias
enormes, sin prisas, inacabadas, nada amables. Aceros corrugados que señalan al
cielo han quedado estancados, parados,
esperan como rezando con ferviente devoción.
Carteles descoloridos que anunciaban muchas oportunidades palidecidos hasta el punto de ya no ser
legibles. Sigo con la lista de la libreta tachando órdenes ejecutadas y otras
para revisar. He detectado alguna que otra deficiencia, la marco en rojo y la subrayo
con vehemencia para comprobarla en la próxima sesión. Hemos pasado dos horas
contemplándonos, disfrutándonos el uno del otro. He aclarado las dudas para la
siguiente fase de proyecto. Nos despedimos con entusiasmo, con anhelo de que
pasen pronto los días y volvamos a vernos cada día un poquito más avanzada la
obra y mejor. De nuevo me he quedado solo.
De repente suena el teléfono. Ha ocurrido un imprevisto fortuito. Un
gélido escalofrío me atraviesa de arriba abajo como un rayo. Unos segundos que
se hacen minutos. El silencio ocupa todo el espacio a mi alrededor. Se rompe.
Un brinco me hace saltar del aposento, abrir el grifo, vestirme a toda prisa,
conectar la cafetera y mirar al espejo. Vuelve a sonar el maldito teléfono. No
entiendo nada de lo que susurra una voz a lo lejos. Acelero y llego al edificio
en cuestión, aquel que visito cada semana con mimo. Esta vez hay gente
pululando cerca de él. Sirenas. Luces. Cintas de prohibido el paso. Mi cabeza
no procesa bien esta información. En breve se destapa el siniestro. Un cuerpo
humano sin vida yace tendido en el forjado primero. Hay restos del forcejeo.
Ajetreo. Muchedumbre. Agitación. Pensamiento en blanco y negro. Me entrevistan
para conocer las medidas de seguridad de la obra. Todo está en orden y según lo estipulado. No es cuestión de falta de responsabilidades o negligencias humanas de
la dirección facultativa, se oye
decir retumbando en el vacío inmenso del espacio. Respiración larga y profunda.
Una desgracia ha ocurrido eligiendo este escenario como fondo de la
representación. Unos matones bandidos han acabado con una vida, aleatoria, por
temas económicos, sin escrúpulos, sin corazón y sin razón. Me lamento mirando los planos de obra ¡Lo que le ha tocado vivir a este edificio que ni si quiera ha nacido o
servido aún!. No sale de su asombro después de llegar casi su muerte, es
salvado, ahora presencia y es participe en sus propias carnes de un desgraciado
caso de violencia extrema sin sentido. ¿Tendrá
secuelas este hecho en la propia vida del edificio o de lo que ocurra después en
su interior? me pregunto mientras
bajo por los peldaños provisionales llevándome las manos a la cabeza. Han
pasado quince días del presunto asesinato. Se ha limpiado todo resto de lo ocurrido.
En manos de la justicia ha quedado el asunto. Identificado el cadáver y los
sospechosos. El tiempo ha quedado detenido pero sigue acelerando todo en su
entorno. Continuamos con la construcción.
Vuelve la calma, las visitas a mi obra predilecta. Hoy es jueves de
nuevo, toca agilizar el proceso de trabajo por el retraso inesperado y
turbulento. Ya con los ánimos sosegados sigo a la marcha de la revisión. Están
recepcionados los materiales llegados al sitio, pedidos los de la siguiente
fase. Comienza el replanteo de nuevo de la envolvente del edificio. Hay que
adaptarse a las nuevas exigencias surgidas estos años perdidos, repensar,
buscar e intentar conseguir la mejor opción. El edificio pide a gritos que se
le escuche. Ha vivido sin fachada todo
este tiempo que ahora siente miedo a pensar en ser tapado por capas y capas
envolviéndolo. Una fachada inexistente. Se
ha acostumbrado a ver la calle, a los niños pasando velozmente con sus mochilas
pesadas, a los perros al alba y al atardecer, que no quiere perder esos minutos
de gozo. Percibo ese aliento cada vez que recorro su recinto. La fachada
quiere ser una piel muy ligera parecida a la piel humana, porosa, transpirable
que adapte su temperatura al estado que hace fuera o a cómo se sienta por
dentro. ¡Qué difícil tarea se presenta
ésta la del Arquitecto! Investigación a marchas forzadas. Desarrollo al
instante. Innovación reinventada. Cambios infinitos y pesados, in situ. Tarde
de decisiones importantes. Modificaciones, permutas, llamadas, bibliotecas,
libros, google avanzado, hipótesis, más cambios, dolor de cabeza…Una voz en of
me habla, muy tenuemente, en mi oído advirtiéndome de los problemas y la
responsabilidad que ha tomado llevar las riendas de este renovado proyecto. Por un momento el pepito grillo vengativo
ha venido para alejarme de esta ensoñación. Retomo los libros, la búsqueda,
las llamadas e email a determinados expertos en el asunto, los nervios, las dudas,
en modo de excitación. Abro la carpeta de mi pc “en construcción” introduzco la documentación recibida. Al poco
rato pienso, dibujo, empiezo una maqueta volumétrica de un detalle. Por fin,
decido.
Ha llegado el momento preciso para colocar en la obra las piezas
celulares sobre un entramado geométrico. Como una odisea en el espacio me hallo.
Ese mismo entramado permanece en mi mente enmarañándolo todo. No puedo ver con
claridad, mis ojos solo ven una amalgama de aristas y triángulos. Un instante
lúcido. Repaso los últimos planos creados. Una niña con zapatos nuevos me
siento. Avanza el procedimiento. No hay lugar para el método “prueba-error”. ¡Todo tiene que encajar preciso desde el
principio! resoplo. El sol inicia su actividad. La luz primero rosácea,
luego morada y acaba en dorada, choca suavemente con la nueva protección de la
fachada. Se abre paso una visión más cambiante del conjunto. La geometría ya no
es la misma. Unas nuevas sombras arrojadas inquietantes aparecen en el pavimento.
La piel está interactuando con el medio. ¡Parece
que ha funcionado el invento! respiro.
Disfruto mucho de esta situación tan mágica que se ha creado en este futuro
edificio. Un colega perito se presenta, sin avisar previamente ese día, observa
sin detenimiento. Ha quedado enloquecido por la grata experiencia del juego de
luces que se está viviendo en ese transcurso de tiempo. Ha acudido a mi pertinente
insistencia. Cuatro ojos ven más que dos siempre se ha dicho. Cercioramos
juntos todo el proyecto tanto en los planos como en directo. Cierro con llave
la puerta del que va a ser un inmueble. Dos cervezas bien frías chorrean
posadas sobre la barra del bar de enfrente. El trabajo bien hecho ha merecido un
respiro entre tanto calor veraniego, desmayo sin resuello. Lo que ha ocurrido hoy en la obra ha sido tremendamente precioso y
muy emotivo, dice mi colega acto seguido de tomar un sorbo del líquido color
tostado. Una imagen móvil se ha guardado en mi retina. La luz transformadora
ha hecho posible el espacio. Un lugar
anodino y aletargado, ha revivido gracias a ella y a unos cuantos cuidados
previos. Apunto una nota con la hora, el día, el lugar exacto.El sonido de un claxon me avisa de que está en verde el semáforo…
Pd: quería presentarme a un concurso de relatos para Arquitectos pero el niño se puso malito y...