El verano, sobre todo en la infancia y adolescencia es una época vital y
de crucial importancia o al menos eso es
lo que me ha sucedido a mí. Ya llega el verano y una especie de
nostalgia-alegría me viene con vehemencia. ¡Ayyy
los veranos de mi vida! …Aquello sí que era veranear…pienso con una gran
sonrisa mientras aguardo en el porche de la casa de mis padres de la playa
esperando con anhelo a que pase alguno de la pandilla para proponerme un plan
divertido. Qué gran pandilla de treinta y tantos. Cuántas historias detrás. En cierta medida me da pena haber crecido y dejar
aquella etapa tan bonita. Según palabras de mi hermano: sin “la playa” él no habría sido el mismo. Estoy convencida que ni
él, ni yo y ninguno de los que allí compartimos vivencias, travesuras, amores,
desamores, estudios, éxitos-fracasos, seguro no seriamos los mismos. Y cómo ha
cambiado todo. Ahora se está formando una nueva generación. Algunos ya tienen hasta tres hijos.Ojalá sean tan
felices como nosotros lo hemos sido durante todos estos años en este paradisiaco lugar.
Cala de la Lombriz. Torre de la Horadada (Alicante) |
Las mil y una historias
trascurren en un lugar cuyo nombre es fácil de descifrar…Una playa de calas
anaranjadas horadadas por el mar, de torres vigías coronando en lo alto y más
saliente de la costa, de aguas
cristalinas y arena fina, de paseos infinitos en bicicletas, de grandes
pandillas de todas las edades, de barbacoas en la cala “etérea” hasta el amanecer,
de largos baños en la calita, de los bailes del verano con el radiocasete a
pilas en los esqueletos (que ya no están), de las sangriadas en sandías, de los
botellones del puerto, de las quedadas a las 11:00 de la noche en la farola
para salir, del mercadillo de las mil palmeras, de los juegos de cartas y los
cafés en pueblo latino, de la mezcla de murcianos, madrileños y vascos, de los
picnic-comida en la playa hasta desfallecer, de las tardes en los jesuitas, de
las risas y las pipas en el muro por las noches, de los desayunos en “la Saura”
cuando volvíamos de fiesta, de los cines al aire libre con las sillas metálicas que te dejan con
tortícolis, de la plaza en su mejor momento de ambientazo, del aloha y el
inercia, del pelotazo y guagiro, del no sé no sé y botellón, de los nuevos del verano, de los tacones en la
mano al regresar, de las escapadas a la curva, a Campoamor, a la Ribera o a Torrevieja, de nuestras
preocupaciones de si nos dejarán entrar a la disco Ottawa ( sustituida
tristemente por unos horrorosos adosados), de nuestros bailes del tiburón, de
los conciertos del 15 de Agosto, de los amores imposibles y nuestra canción particular del
verano, de las composiciones con las guitarras, del more than word, de los
coches de choque, de las siestas en la escalera, de las mentirijillas piadosas,
de las cenas del final, de los reencuentros año tras año, de los estudios en la
biblioteca para septiembre… y un larguísimo etc
que me ha dejado sin aliento al
recordar.
Algunos seguimos en contacto, otros ya les hemos perdido la
pista, pero lo que siempre nos quedara son los recuerdos que año tras año solemos refrescar para revivir ese espíritu adolescente y
rebelde. Conforme hemos ido haciéndonos mayores la frescura de aquella pandilla
ha ido desvaneciéndose, cada año que pasaba, íbamos perdiendo miembros por
motivos estudiantiles y/o laborales y con ello íbamos perdiendo también días de vacaciones, se acabaron los veranos
de tres meses en plan verano azul. Y
es que esforzarse durante el curso y obtener sobresaliente bien merecía ese
gran descanso. Luego llegaron las responsabilidades, los trabajos, la
autonomía, l@s novi@s, los viajes, las vacaciones programadas, los planes de
futuro y la pandilla se terminó de difuminar. Hace unos años nos propusimos al
menos recuperar un día para juntarnos, y la verdad me emocionó. Ahora la “peña”
está creciendo mucho y es bonito ver los frutos que está dando.
El verano pasado tuve una experiencia muy distinta y que iba
a marcar el resto de mi devenir. Estaba en la dulce espera luciendo barriga y
resplandor paseando por la orilla del mar, tomando baños de arena y sal,
preparándome para lo que iba a venir un inesperado 15 de Agosto. Este verano
que estrenamos será diferente a los demás. Mi pequeñín cumplirá su primer año
de vida.
He aquí un resumen muy resumido valga la redundancia de unos cuantos años, faltan los de antes
de 1995 y después de 2003…Cómo hemos cambiado y
qué lejos han quedado aquellos maravillosos veranos…Continuará…
Montaje realizado hace unos años por Isabel Morales Moreno |