18 de diciembre de 2014

Un cuento de Navidad

¿Qué es para ti la Navidad?
Seguro que si hiciéramos esta pregunta a niños muchas de las respuestas nos sorprenderían, otras serían similares.
Para mí la Navidad (con memoria de cuando era niña) es color rojo, verde y dorado, es luz, es alegría, es celebración, es familia, son regalos, es comer turrón de chocolate, es dormir en casa de los primos-amigos, es cine, es música, es diversión, es no ir al cole, es levantarse tarde, es ver los dibujos desayunando tranquilamente, es Papá Noel, son los Reyes Magos, es cantar villancicos, es oír la lotería con los niños de San Ildefonso, es comer con los primos peleándose por un bombón, es disfrutar de los juguetes, es pasear con los papás y comer castañas por la calle, es querer quedarse a dormir con los abuelos, es el reencuentro con toda la familia, es comer en cantidad, son las postales de felicitación, es el jamón serrano recién empezado, es visitar Belenes de plaza en plaza, es el cotillón, son las doce campanadas, es desear felicidad, es que la gente está contenta…
Ojalá TODOS los niños pudieran tener estas sensaciones  y vivencias esta Navidad…todas las Navidades…
A  todos ellos les dedico este Cuento de Navidad.

Erase una vez una niña, un niño y sus papás. Como cada Domingo todos desayunaban reunidos en la mesa unos deliciosos churros con chocolate a la taza. Uno de esos Domingos, era principio del frío mes de Diciembre pero había mucho sol y los rayos golpeaban fuertemente contra el mobiliario del salón. Los niños estaban sentados en el sofá reposando lo ingerido aún con el pelo alborotado de la noche anterior. La madre sin preámbulos decidió tomar la palabra y les advirtió: “como se acercan Navidades y con ello los Reyes Magos os voy a confesar un secreto que pronto os contará un amigo mayor y prefiero ser yo la que os lo cuente. Los Reyes Magos no existen, somos nosotros”... En los minutos siguientes se oyeron los suspiros del niño con voz entrecortada y diciendo ¿cómo que los Reyes Magos sois vosotros? ¡Eso no puede ser, yo los vi el año pasado!. La niña que era un poco más mayor, aunque pudiera ya saberlo quedó también impresionada y respondió; ¡entonces este año queremos Papá Noel!…en ese preciso instante la magia se fue por la ventana
Unos días después, llegó Papá Noel. Ya no tenía nada de emoción, pero como contaban con todas las Navidades por delante para poder jugar con los juguetes pusieron todo su empeño y sacaron algo de ilusión. La tristeza los había absorbido por completo. La madre muy pesarosa intentó suavizar su confesión pero los niños ya habían ideado un plan perfecto. Los días previos al día de Reyes los niños iban a casa de sus primos, de camino entraron en un bazar próximo a su casa y compraron un juguete de playmobil que al niño le había gustado mucho. Pidieron que el envoltorio fuese neutro. Eligieron para ello un papel blanco, mate, sin ninguna distinción.

Llegó la esperada noche de Reyes, la niña, muy cautelosa se hacía la dormida. Una vez que sus padres se fueron a dormir ella sigilosa salió de debajo de las mantas, cogió el paquete envuelto de blanco, lo colocó junto al árbol y más envoltorios y volvió a su cama. Esa noche por supuesto ella no durmió.

A la mañana siguiente había algunos paquetes, pero uno fue el que más destacó. Los padres lo miraban atónitos. Cuando el niño se despertó, aún con los ojos pegados, corrió hacia el salón empezó a descubrir regalos y dejó el de papel blanco para el último. La sorpresa fue muy grande cuando lo abrió.¡ Ala me encanta, el juguete que yo quería!, Gracias papás-reyes.
La sorpresa fue más para los padres que sin articular palabra se miraron sin comprender de donde había salido ese juguete que le había hecho tanta ilusión. La madre, como si hubiese sido poseída por un ciclón corrió hacia las ventanas, comprobó que éstas estaban cerradas, hacia las puertas y también estaban cerradas. Llevó al padre a otra estancia y entre susurros le preguntó que si había sido él..Segundos después se oyó accionar el teléfono…sin ninguna afirmación. Nadie había sido. Todo estaba en su sitio y cerrado, no había rastros ni huellas. Más llamadas se sucedieron pero sin ninguna información….A la media hora con voz carraspeada  la madre exclamó: ¡Ay, los Reyes Magos si existen y me han castigado por decíroslo antes de tiempo! Los niños siguieron a la suya, jugando sin prestarle mucha atención.

Tres meses más tarde, la madre seguía repitiendo esa exclamación, lo contó por todos los rincones y a todo el que se cruzó. Un día sentados de nuevo a la mesa, la niña decidió que ya estaba bien con guardar el secreto y lo confesó. Dijo que ellos compraron el regalo, lo recubrieron con un papel que no diera pistas del sitio donde había sido comprado y que la niña se levantó en el silencio de la noche, y lo dejó junto a los paquetes que los padres habían previamente dispuesto. Lo del paripé del niño era realista porque es verdad que lo quería pero le puso más énfasis de modo teatral. La madre no se lo creía. Ahora fue ella la que perdió la emoción. La magia salió de nuevo por la ventana dándole una buena lección. Y colorín colorado este cuento ha sido contado.
¡F E L I Z   N A V I D A D!

Pd: La niña era yo, el niño es mi hermano y los padres son mis padres. Ah y la historia es verídica.