Seguro que si hiciéramos esta pregunta a niños muchas de las respuestas nos sorprenderían, otras serían similares.
Para mí la Navidad (con memoria de cuando era niña) es color rojo, verde y dorado, es luz, es alegría, es celebración, es familia, son regalos, es comer turrón de chocolate, es dormir en casa de los primos-amigos, es cine, es música, es diversión, es no ir al cole, es levantarse tarde, es ver los dibujos desayunando tranquilamente, es Papá Noel, son los Reyes Magos, es cantar villancicos, es oír la lotería con los niños de San Ildefonso, es comer con los primos peleándose por un bombón, es disfrutar de los juguetes, es pasear con los papás y comer castañas por la calle, es querer quedarse a dormir con los abuelos, es el reencuentro con toda la familia, es comer en cantidad, son las postales de felicitación, es el jamón serrano recién empezado, es visitar Belenes de plaza en plaza, es el cotillón, son las doce campanadas, es desear felicidad, es que la gente está contenta…
Ojalá TODOS los niños pudieran tener estas sensaciones y vivencias esta Navidad…todas las Navidades…
A todos ellos les dedico este Cuento de Navidad.
Erase una vez una niña, un niño y sus papás. Como cada
Domingo todos desayunaban reunidos en la mesa unos deliciosos churros con
chocolate a la taza. Uno de esos Domingos, era principio del frío mes de
Diciembre pero había mucho sol y los rayos golpeaban fuertemente contra el
mobiliario del salón. Los niños estaban sentados en el sofá reposando lo
ingerido aún con el pelo alborotado de la noche anterior. La madre sin
preámbulos decidió tomar la palabra y les advirtió: “como se acercan Navidades
y con ello los Reyes Magos os voy a confesar un secreto que pronto os contará
un amigo mayor y prefiero ser yo la que os lo cuente. Los Reyes Magos no
existen, somos nosotros”... En los minutos siguientes se oyeron los suspiros del niño
con voz entrecortada y diciendo ¿cómo que los Reyes Magos sois vosotros? ¡Eso no
puede ser, yo los vi el año pasado!. La niña que era un poco más mayor, aunque
pudiera ya saberlo quedó también impresionada y respondió; ¡entonces este año
queremos Papá Noel!…en ese preciso instante la magia se fue por la ventana…
Unos días después, llegó Papá Noel. Ya no tenía nada de
emoción, pero como contaban con todas las Navidades por delante para poder
jugar con los juguetes pusieron todo su empeño y sacaron algo de ilusión. La
tristeza los había absorbido por completo. La madre muy pesarosa intentó
suavizar su confesión pero los niños ya habían ideado un plan perfecto. Los
días previos al día de Reyes los niños iban a casa de sus primos, de camino
entraron en un bazar próximo a su casa y compraron un juguete de playmobil que al niño le había gustado mucho. Pidieron
que el envoltorio fuese neutro. Eligieron para ello un papel blanco, mate, sin
ninguna distinción.Llegó la esperada noche de Reyes, la niña, muy cautelosa se hacía la dormida. Una vez que sus padres se fueron a dormir ella sigilosa salió de debajo de las mantas, cogió el paquete envuelto de blanco, lo colocó junto al árbol y más envoltorios y volvió a su cama. Esa noche por supuesto ella no durmió.
A la mañana siguiente había algunos paquetes, pero uno fue
el que más destacó. Los padres lo miraban atónitos. Cuando el niño se despertó,
aún con los ojos pegados, corrió hacia el salón empezó a descubrir regalos y
dejó el de papel blanco para el último. La sorpresa fue muy grande cuando lo
abrió.¡ Ala me encanta, el juguete que yo quería!, Gracias papás-reyes.
La sorpresa fue más para los padres que sin articular palabra se
miraron sin comprender de donde había salido ese juguete que le había hecho
tanta ilusión. La madre, como si hubiese sido poseída por un ciclón corrió
hacia las ventanas, comprobó que éstas estaban cerradas, hacia las puertas y también
estaban cerradas. Llevó al padre a otra estancia y entre susurros le preguntó
que si había sido él..Segundos después se oyó accionar el teléfono…sin ninguna
afirmación. Nadie había sido. Todo estaba en su sitio y cerrado, no había
rastros ni huellas. Más llamadas se sucedieron pero sin ninguna información….A
la media hora con voz carraspeada la
madre exclamó: ¡Ay, los Reyes Magos si
existen y me han castigado por decíroslo antes de tiempo! Los niños
siguieron a la suya, jugando sin prestarle mucha atención.
Tres meses más tarde, la madre seguía repitiendo esa
exclamación, lo contó por todos los rincones y a todo el que se cruzó. Un día
sentados de nuevo a la mesa, la niña decidió que ya estaba bien con guardar el
secreto y lo confesó. Dijo que ellos compraron el regalo, lo recubrieron con un
papel que no diera pistas del sitio donde había sido comprado y que la niña se
levantó en el silencio de la noche, y lo dejó junto a los paquetes que los
padres habían previamente dispuesto. Lo del paripé del niño era realista porque
es verdad que lo quería pero le puso más énfasis de modo teatral. La madre no se
lo creía. Ahora fue ella la que perdió la emoción. La magia salió de nuevo por
la ventana dándole una buena lección. Y colorín colorado este cuento ha sido
contado.
¡F E L I
Z N A V I D A D!Pd: La niña era yo, el niño es mi hermano y los padres son mis padres. Ah y la historia es verídica.