4 de diciembre de 2015

No podemos veros pero sabemos que estáis ahí…

Siempre que llega Diciembre, último mes del año, por una extraña razón, la cabeza gira haciendo su particular balance anual. Este año me propuse no hacerlo, ha sido demasiado desdichado, pero la razón va a la suya y cada día  me repite palabras, frases, me recuerda imágenes impactantes, situaciones indescriptibles vividas estos meses…y he decidido darle una oportunidad para saciar ese desasosiego y quizás así calmar esa sensación. Por lo mismo, temía la llegada de la Navidad, época que se tiene por familiar y alegre. Por  todo lo sucedido ni me planteaba hacer nada especial, pero también voy a darle una oportunidad, ¡Claro que sí!. Hay un pequeño en mi interior terminándose de gestar y otro en mi exterior revoloteando y pintando de verde por donde pasa, a veces literalmente con un rotulador. Ellos merecen una bonita Navidad, un final de año diferente. Por ellos hay que estar contenta y dar las gracias por todo continuamente. Papá, esa persona que hace millones de cosas a la vez, también necesita un merecido descanso y desconexión. Ha sido un año demasiado sobrecogedor y tenso. ¡Me duele mucho recordarlo!. Ahora necesitamos borrar algunos recuerdos y transformarlos en algo distinto, cosas bonitas, luces de colores, nubes esponjosas, una ola rompiendo en la orilla del mar, quizás en pajaritos saltando sobre la hierba o simplemente comer turrón de chocolate hasta quedar totalmente saciados y satisfechos. Mario cuando ve un avión por el cielo dice:“mira va a visitar al abuelito” a los abuelitos le rectificamos nosotros. Así quiero pensar yo con la ingenuidad e inocencia de un niño. Camuflar los hechos con simulaciones preciosas como esbozadas con dibujos simplones y con colores extravagantes o pasteles, me da igual. Lo que sea por hacer sentirnos mejor y poder emitir más sonrisas que lágrimas, jejeje.

No podemos veros pero sabemos que estáis ahí… Nosotros,aquí, vamos a seguir realizando las tradiciones de la familia como siempre, como si todo siguiera igual y que sirva de emotivo homenaje. Repetiremos la suculenta “pata al horno” con la receta de Don Manolo. Os enviaremos un trocito hacía el cielo para que la probéis a ver si sigue teniendo ese delicioso sabor inconfundible. Me apetece mucho aunque tenga que sobreponerme a ello, no voy a mentir. Se percibe una mágica ayuda, no obstante. ¡Qué os aproveche tanto como a nosotros!  
 

 
Papi al menos no estás solo y pasaréis estos días juntos los dos abuelitos, estoy convencida. Tomaros una copita de un excelente vino a nuestra salud y reíros mucho contemplando en la lejanía las fechorías y las conversaciones que tiene vuestro nietecico precioso. Pronto llegará el segundo, qué pena que ya no podáis conocerlo, pero seguro que llega con dos ángeles debajo del brazo.