Recordar es la manera que tenemos,
los que nos quedamos aquí abajo, de hacer presentes a los que se van. Se cumple
un año de una de las semanas más espantosas que imagino. Fue tremendamente doloroso.
365 días después nos queda la estela de lo que ocurrió pero desde otra
perspectiva, el pasaje sigue hacia adelante…no queda otra salida. Tan solo la sonrisa
de Mr trastito 1 nos dirigió hacia el camino para superarlo. Hoy hasta tenemos
un Mr trastito 2. ¡Cuánto habrías gozado
de ver a tus nietecitos!
Unos días más tarde de aquel triste
desenlace me encargué del diseño de la lápida de mi suegro. Todos deambulábamos
como sin sentido. Dura tarea la mía. Un proyecto diferente, pequeño pero muy
emotivo. La visita de nuevo a la tumba fue diferente al día de la despedida
final. Las flores se habían marchitado. El sol estaba tapado por una espesa
capa de nubes, la soledad era la protagonista, la impresión de volver se palpaba
en todos mis poros. Rodeada de fríos mármoles y granitos, grises e insignificantes, impasibles
en el tiempo.
Me encontraba atormentada. Una amalgama de cruces latinas que competían en
altura me estremecían a cada paso. Tomar medidas y pensar en idear algo que a
él le gustase era el objetivo marcado, me redundaba. De pronto me vino la
inspiración divina. No usaría piedra, ni remataría con cruces como el resto de
vecinos. No, a él eso le aterraba. Un material más liviano y cambiante con el
tiempo eso si sería más de su agrado. Transformándose día a día. Siempre
mostró orgullo por su huerto y sus naranjos-vacilé mientras quería ver la
obra finalizada. Me fui con la imagen clara. Abrí el ordenador para diseñar la
pieza fúnebre, más animada. La silueta de un naranjo sería la bandera que
rematara el sepulcro y su sombra arrojada en verde representaría el huerto que
él tanto admiraba. Una frase le haría compañía para siempre, estar solo nunca
le hizo gracia. Este fue mi sutil homenaje.