26 de abril de 2016

…bajo la sombra de mis naranjos

Recordar es la manera que tenemos, los que nos quedamos aquí abajo, de hacer presentes a los que se van. Se cumple un año de una de las semanas más espantosas que imagino. Fue tremendamente doloroso. 365 días después nos queda la estela de lo que ocurrió pero desde otra perspectiva, el pasaje sigue hacia adelante…no queda otra salida. Tan solo la sonrisa de Mr trastito 1 nos dirigió hacia el camino para superarlo. Hoy hasta tenemos un Mr trastito 2. ¡Cuánto habrías gozado de ver a tus nietecitos!
Unos días más tarde de aquel triste desenlace me encargué del diseño de la lápida de mi suegro. Todos deambulábamos como sin sentido. Dura tarea la mía. Un proyecto diferente, pequeño pero muy emotivo. La visita de nuevo a la tumba fue diferente al día de la despedida final. Las flores se habían marchitado. El sol estaba tapado por una espesa capa de nubes, la soledad era la protagonista, la impresión de volver se palpaba en todos mis poros. Rodeada de fríos mármoles y granitos, grises e insignificantes, impasibles en el tiempo. Me encontraba atormentada. Una amalgama de cruces latinas que competían en altura me estremecían a cada paso. Tomar medidas y pensar en idear algo que a él le gustase era el objetivo marcado, me redundaba. De pronto me vino la inspiración divina. No usaría piedra, ni remataría con cruces como el resto de vecinos. No, a él eso le aterraba. Un material más liviano y cambiante con el tiempo eso si sería más de su agrado. Transformándose día a día. Siempre mostró orgullo por su huerto y sus naranjos-vacilé mientras quería ver la obra finalizada. Me fui con la imagen clara. Abrí el ordenador para diseñar la pieza fúnebre, más animada. La silueta de un naranjo sería la bandera que rematara el sepulcro y su sombra arrojada en verde representaría el huerto que él tanto admiraba. Una frase le haría compañía para siempre, estar solo nunca le hizo gracia. Este fue mi sutil homenaje.