12 de mayo de 2014

Save the date

La historia de una boda. Diferente y hecha por nosotros mismos para nosotros mismos. Y es que cuando se habla de boda en una relación, bien porque se tome la decisión de mutuo acuerdo o porque uno de ellos se decida a pedirlo al otro, empiezan a surgir numerosos planteamiento por los que en general parece que hay que pasar o ”tragar”, y en eso no estábamos dispuestos. Teníamos claro que queríamos una boda hecha por nosotros y para nosotros y que la gente que nos iba a acompañar en ese día se lo pasase tan bien con nosotros y por nosotros.
He de reslatar que la forma de pedirme matrimonio fue tan graciosa que claro no te la esperas. Solo diré que me sorprendió con un paquete forrado en papel marrón diciendo “este es el primer regalo de nuestra boda”…. mmm… suspiro, ¿cómo?, ¿qué boda?... tú ábrelo respondió él… y entonces  apareció un curioso libro de fotografías de Juan de la Cruz Megías  titulado “vivan los novios” y dentro llevaba escrita una dedicatoria del autor. Buah las lágrimas salieron a borbotones y como era de esperar el muchacho se llevó inmediatamente su Sí quiero bajo el brazo.



















Él, ya lo tenía todo planeado. Había encontrado el mejor espacio que podíamos elegir para nosotros, el centro de Arte Contemporáneo La Conservera en Ceutí  (desgraciadamente cerrado hoy en día). Y es que yo quería un espacio arquitectónico, no quería un restaurante, ni un sitio especializado en bodas, no, queríamos nuestro sitio, nuestro lugar y ese lugar lo encontró y fue posible y precioso. Para hacer más interesante la pedida tuve también que hacer un juego de adivinanzas para saber en  qué sitio íbamos a casarnos. ¡Claro que me costó descubrirlo porque quien iba a pensar que fuera en ese espacio que tanto me gustaba¡
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Y a partir de ese momento el engranaje de “modo diseño” se adueñó de nosotros, que entusiasmados y felices nos pusimos a pensar e imaginar cómo sería nuestro día, ese día tan especial, que tantas parejas prepara con ilusión y esmero. La cuestión  es que no queríamos sorprender, ni mucho menos, si no hacer un día para nosotros, con las cosas que nos gustaban, con la música que nos gustaba, con el  buen ambiente que queríamos crear, y no estar obligados a contratar y hacer cosas estipuladas  y que cualquier cambio supusiera un contratiempo en el ilusionante camino hasta ese día. En eso lo tuvimos fácil porque tuvimos que hacer todo desde cero. También nuestros padres nos ofrecieron toda la ayuda y la libertad absoluta de decisión por lo que como se dice en modo callejero “ancha es Castilla” e “hicimos de nuestra capa un sayo”.  

Ya la invitación, nos lo tomamos como si de un concurso de diseño se tratara y es que no podía ser de otra manera. R hizo muchas pruebas, diseños como para 10 bodas y es que las premisas de que la invitación fuese metida en una lata de conserva (haciendo alusión directa con La Conservera) era todo un reto. Al final surgió la idea. Un pequeño libro con la info en desplegable con un poster  de una tarta con unos muñecos caricaturizados de nosotros y un imán que decía así: Save the Date 12.5.12.  La lata se podía usar de lapicero después y el imán en el frigo como recuerdo. El hecho de repartirlas ya era todo un ritual con el aparatoso abrelatas y que nosotros mismos nos lo tomamos como un acto ceremonioso.
Hasta el ramo lo diseñé yo misma. Lo tenía clarísimo. Y es que cuando mencionas la palabra boda los precios y los oportunistas se multiplican  x 10. Mi ramo era de peonías rosa palo con la frescura de como recién cogido del campo y con los rabos forrados de la misma tela que un trozo de vestido al más puro estilo vintage. Olía tan bien!!! Y que flores tan bonitas!!! Además iban perfecto con el look que había elegido para ese día. Un diseño de dos piezas de la diseñadora murciana Paula del Vas, una falda de tul abullonada a la altura del suelo que me enamoré de ella nada más tenerla en mis manos y una camisa asimétrica con patronaje japonés de una tela más brillante y tupida que la falda para que diera ese contraste entre tejidos y volúmenes. Quería un vestido urbano y que después pudiera usar. La camisa la he usado en más ocasiones y eso me hacía ilusión. De remate de la falda por detrás llevaba un lazo a modo de cola en color nude que combinamos con el tocado estilo años 40 y los zapatos tipo stilettos más decorados. Las peonías daban el complemento ideal y oriental al conjunto y le daban el toque que necesitaba.























Para la ceremonia elegimos la hora crepuscular, mi hora favorita del día, de un día primaveral que surgió casi veraniego y del que disfrutamos de lo lindo hasta altas horas de la madrugada. Y es que la fiesta tomó el tono de pequeño festival de música. El patio de la Conservera, casualmente estaba engalanado con guirnaldas de frutas a modo de verbena y que junto con la iluminación del propio edificio crearon una noche única e irrepetible.



















Hoy hace dos años de aquel mágico instante. Pasó tan fugaz que después quedaron recuerdos como destellos que pasan por mi memoria a menudo y me hacen sonreír.Hoy es nuestro aniversario. R&M. Te quiero trasti!

Pd: Papá, el pequeño Mario te manda un beso de esos que lanza con tanta efusividad y simpatía. Y espero que algún día podamos volver a Japón acompañados por nuestro rubito.

 

 

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