He de reslatar que la forma de pedirme matrimonio fue tan graciosa que claro no te la esperas. Solo diré que me sorprendió con un paquete forrado en papel marrón diciendo “este es el primer regalo de nuestra boda”…. mmm… suspiro, ¿cómo?, ¿qué boda?... tú ábrelo respondió él… y entonces apareció un curioso libro de fotografías de Juan de la Cruz Megías titulado “vivan los novios” y dentro llevaba escrita una dedicatoria del autor. Buah las lágrimas salieron a borbotones y como era de esperar el muchacho se llevó inmediatamente su Sí quiero bajo el brazo.
Él, ya lo tenía todo planeado. Había encontrado el mejor
espacio que podíamos elegir para nosotros, el centro de Arte Contemporáneo La
Conservera en Ceutí (desgraciadamente
cerrado hoy en día). Y es que yo quería un espacio arquitectónico, no quería un
restaurante, ni un sitio especializado en bodas, no, queríamos nuestro sitio,
nuestro lugar y ese lugar lo encontró y fue posible y precioso. Para hacer más
interesante la pedida tuve también que hacer un juego de adivinanzas para saber
en qué sitio íbamos a casarnos. ¡Claro que me costó descubrirlo porque quien
iba a pensar que fuera en ese espacio que tanto me gustaba¡
Ya la invitación, nos lo tomamos como si de un concurso de
diseño se tratara y es que no podía ser de otra manera. R hizo muchas pruebas, diseños
como para 10 bodas y es que las premisas de que la invitación fuese metida en
una lata de conserva (haciendo alusión directa con La Conservera) era todo un
reto. Al final surgió la idea. Un pequeño libro con la info en desplegable con
un poster de una tarta con unos muñecos caricaturizados
de nosotros y un imán que decía así: Save the Date 12.5.12. La lata se podía usar de lapicero después y
el imán en el frigo como recuerdo. El hecho de repartirlas ya era todo un
ritual con el aparatoso abrelatas y que nosotros mismos nos lo tomamos como un
acto ceremonioso.
Hasta el ramo lo diseñé yo misma. Lo tenía clarísimo. Y es
que cuando mencionas la palabra boda los precios y los oportunistas se
multiplican x 10. Mi ramo era de peonías
rosa palo con la frescura de como recién cogido del campo y con los rabos
forrados de la misma tela que un trozo de vestido al más puro estilo vintage. Olía
tan bien!!! Y que flores tan bonitas!!! Además iban perfecto con el look que
había elegido para ese día. Un diseño de dos piezas de la diseñadora murciana
Paula del Vas, una falda de tul abullonada a la altura del suelo que me enamoré
de ella nada más tenerla en mis manos y una camisa asimétrica con patronaje
japonés de una tela más brillante y tupida que la falda para que diera ese
contraste entre tejidos y volúmenes. Quería un vestido urbano y que después
pudiera usar. La camisa la he usado en más ocasiones y eso me hacía ilusión. De
remate de la falda por detrás llevaba un lazo a modo de cola en color nude que
combinamos con el tocado estilo años 40 y los zapatos tipo stilettos más
decorados. Las peonías daban el complemento ideal y oriental al conjunto y le
daban el toque que necesitaba.Para la ceremonia elegimos la hora crepuscular, mi hora favorita del día, de un día primaveral que surgió casi veraniego y del que disfrutamos de lo lindo hasta altas horas de la madrugada. Y es que la fiesta tomó el tono de pequeño festival de música. El patio de la Conservera, casualmente estaba engalanado con guirnaldas de frutas a modo de verbena y que junto con la iluminación del propio edificio crearon una noche única e irrepetible.
Hoy hace dos años de aquel mágico instante. Pasó tan fugaz
que después quedaron recuerdos como destellos que pasan por mi memoria a menudo
y me hacen sonreír.Hoy es nuestro aniversario. R&M. Te quiero trasti!
Pd: Papá, el pequeño Mario te manda un beso de esos que
lanza con tanta efusividad y simpatía. Y espero que algún día podamos volver a Japón acompañados por nuestro rubito.
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