4 de mayo de 2016

el huerto de mi cuñada

Me sorprende mucho como el ser humano, desde que nace, aprende a base de repetir y errar, lo conocido como método de prueba-error. ¿No sería más conveniente decir; investiga, estúdialo bien, actúa con el corazón y estarás más cerca de acertar?. Y digo más cerca porque eso no significa que se asegure el éxito pleno pero pienso que puedes tener más probabilidades que dándote coscorrones en la cabeza, errando sin cesar. Sin ir más lejos el otro día creo que pude comprobar mi teoría. Mi cuñada Natalia está haciendo un huerto. El huerto de su padre. Ha sido su forma de continuar con su tradición y supongo sentir que algo queda de él por aquí. Pues bien, quiero testificar que el huerto va a ser todo un éxito, ojalá. Primero porque ha estudiado cómo hacerlo bien desde el principio,  con lo que entiendo que se han eliminado varias pruebas con sus consecuentes errores y segundo porque le está poniendo tanto amor que tiene que salir bien. Y es que el modo de hacer las cosas influye en el resultado. Estoy convencida. Seguro que no os sonará a chino lo de: ¡Qué rica está la tortilla! Y justo después escuchar “es que está hecha con mucho cariño”. Así es. Lo hecho con amor parece que sale mejor, aunque no nos engañemos que para hacer una buena tortilla hay que tener además de una cierta habilidad previa, una sartén que sea la adecuada y no se pegue, de lo contrario puede salir un verdadero churro.

Ella, que parecía estar ajena al mundo agrícola, está de lleno y con mucho mimo en el mundo rural. Sus tomates no pueden tener mejor trato. La hallé quitando las malas hierbas que salen junto a sus preciadas matitas como si estuviera limpiado la carita de un bebé. Junto a su inseparable compañero han trabajado duro para conseguir que éstas emergieran desde la tierra. Antes han tenido que labrar, abonar la zona de siembra, hacer los caballones, echar el germen para que luego dé los frutos, regar con frecuencia y sobre todo le han puesto infinidad de pasión. Muchos días en proceso. Ya tienen flores-murmuraba ella con entusiasmo. Yo me visualizaba comiéndome ese apetitoso manjar mientras se las mostraba a Mr Trastito que las miraba con recelo. Este verano saldrán  tomates de ahí- le explicó la tita a su ahijado. Deseosa estoy de que el niño vaya con una cesta a recoger las verduras del pequeño huerto, el huerto del abuelito que con muy buena aficción Natalia está sacando a flote de nuevo.
Ahora toca  esperar que el tiempo sea el idóneo y  la suerte la acompañe para en breve poder catar semejante exquisitez y poner la guinda con un  vino que esté a la altura. Así sea.



















Pd: Quedáis invitados a la primera recolecta con su posterior degustación, con el permiso de mi cuñada por supuesto.


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