19 de junio de 2014

El verano es para veranear

El verano, sobre todo en la infancia y adolescencia es una época vital y de crucial  importancia o al menos eso es lo que me ha sucedido a mí. Ya llega el verano y una especie de nostalgia-alegría me viene con vehemencia. ¡Ayyy los veranos de mi vida! …Aquello sí que era veranear…pienso con una gran sonrisa mientras aguardo en el porche de la casa de mis padres de la playa esperando con anhelo a que pase alguno de la pandilla para proponerme un plan divertido. Qué gran pandilla de treinta y tantos. Cuántas historias detrás. En  cierta medida me da pena haber crecido y dejar aquella etapa tan bonita. Según palabras de mi hermano: sin “la playa” él no habría sido el mismo. Estoy convencida que ni él, ni yo y ninguno de los que allí compartimos vivencias, travesuras, amores, desamores, estudios, éxitos-fracasos, seguro no seriamos los mismos. Y cómo ha cambiado todo. Ahora se está formando una nueva generación. Algunos ya tienen hasta tres hijos.Ojalá sean tan felices como nosotros lo hemos sido durante todos estos años en este paradisiaco lugar.
Cala de la Lombriz. Torre de la Horadada (Alicante)
 
Las  mil y una historias trascurren en un lugar cuyo nombre es fácil de descifrar…Una playa de calas anaranjadas horadadas por el mar, de torres vigías coronando en lo alto y más saliente  de la costa, de aguas cristalinas y arena fina, de paseos infinitos en bicicletas, de grandes pandillas de todas las edades, de barbacoas en la cala “etérea” hasta el amanecer, de largos baños en la calita, de los bailes del verano con el radiocasete a pilas en los esqueletos (que ya no están), de las sangriadas en sandías, de los botellones del puerto, de las quedadas a las 11:00 de la noche en la farola para salir, del mercadillo de las mil palmeras, de los juegos de cartas y los cafés en pueblo latino, de la mezcla de murcianos, madrileños y vascos, de los picnic-comida en la playa hasta desfallecer, de las tardes en los jesuitas, de las risas y las pipas en el muro por las noches, de los desayunos en “la Saura” cuando volvíamos de fiesta, de los cines al aire libre con  las sillas metálicas que te dejan con tortícolis, de la plaza en su mejor momento de ambientazo, del aloha y el inercia, del pelotazo y guagiro, del no sé no sé y botellón, de los nuevos del verano, de los tacones en la mano al regresar, de las escapadas a la curva, a Campoamor,  a la Ribera o a Torrevieja, de nuestras preocupaciones de si nos dejarán entrar a la disco Ottawa ( sustituida tristemente por unos horrorosos adosados), de nuestros bailes del tiburón, de los conciertos del 15 de Agosto, de los amores  imposibles y nuestra canción particular del verano, de las composiciones con las guitarras, del more than word, de los coches de choque, de las siestas en la escalera, de las mentirijillas piadosas, de las cenas del final, de los reencuentros año tras año, de los estudios en la biblioteca para septiembre… y un larguísimo etc  que me ha dejado sin aliento al  recordar.
Algunos seguimos en contacto, otros ya les hemos perdido la pista, pero lo que siempre nos quedara son los recuerdos  que año tras año solemos refrescar  para revivir ese espíritu adolescente y rebelde. Conforme hemos ido haciéndonos mayores la frescura de aquella pandilla ha ido desvaneciéndose, cada año que pasaba, íbamos perdiendo miembros por motivos estudiantiles y/o laborales y con ello íbamos perdiendo también  días de vacaciones, se acabaron los veranos de tres meses en plan verano azul. Y es que esforzarse durante el curso y obtener sobresaliente bien merecía ese gran descanso. Luego llegaron las responsabilidades, los trabajos, la autonomía, l@s novi@s, los viajes, las vacaciones programadas, los planes de futuro y la pandilla se terminó de difuminar. Hace unos años nos propusimos al menos recuperar un día para juntarnos, y la verdad me emocionó. Ahora la “peña” está creciendo mucho y es bonito ver los frutos que está dando.

El verano pasado tuve una experiencia muy distinta y que iba a marcar el resto de mi devenir. Estaba en la dulce espera luciendo barriga y resplandor paseando por la orilla del mar, tomando baños de arena y sal, preparándome para lo que iba a venir un inesperado 15 de Agosto. Este verano que estrenamos será diferente a los demás. Mi pequeñín cumplirá su primer año de vida.
He aquí un resumen muy resumido valga la redundancia de unos cuantos años, faltan los de antes de 1995  y después de 2003…Cómo hemos cambiado y qué lejos han quedado aquellos maravillosos veranos…

Continuará…



Montaje realizado hace unos años por Isabel Morales Moreno

 

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