No sé si os ha pasado alguna vez entrar en una vivienda de
algún des/conocido y sorprenderos al instante. Me cuesta entender porqué en
algunas casas de pueblito (me refiero a pueblos y pedanías de la Región de
Murcia que seguro se puede extender) existían dos cocinas y dos salones; la de uso de diario y la de los domingos. ¡Qué
derroche de espacio y qué absurdo me parecía!, lo sigo pensando.
Un día escuché una conversación por la calle que me hizo
volver a revivir esto:
Fulanita: Cuanto tiempo sin verte, ¿qué es de tu vida?
Menganita: Pues mira muy bien, mi hija se ha casado, se ha hecho un chalet y va a ser madre el próximo invierno.
Fulanita: ¡Ohh cuánto me alegro!
Menganita: Y se ha hecho una casa enorme con dos plantas y un sótano hermosísimo,
lo tiene muy apañado y hacen vida en él.
¡Pude ver mi cara de poker reflejada en un escaparate!…Unos
minutos después iba recitando en mi interior estas palabras: chalet, enorme, con dos plantas, sótano
hermosísimo, hacen vida en él...
Aún en la actualidad, con lo caro que cuestan los metros
cuadrados espaciales, me sigue extrañando ver el uso y funcionamiento de
algunas viviendas, si bien es cierto que los moradores de esos espacios también
tengan una vida anclada en el pasado o en la absurda tradición. Hacer vida en
un sótano con menos luz teniendo otras zonas de la casa más habitables y
aprovechables me cuesta creerlo. Y todo por no “ensuciar” porque no encuentro
otra explicación lógica.
Y me pregunto, ¿no es mejor poseer de menor espacio pero
que éste esté totalmente aprovechado y rentabilizado y con las mejores
condiciones de luz y ventilación posibles?
Aunque pensándolo bien es verdad que una casa necesita mucho
mantenimiento y dedicación y empatizando con las amas de casa, de antes, con
una familia muy numerosa y que les era impensable poder salir de casa a
festejar los días de guardar, puedo imaginarme que era lógico que reservaran un
espacio solo para esos días. No lo comparto pero me pongo en situación, sin llegar a entender que siga dándose hoy en día y menos con la que está cayendo.
Comparto esta archiconocida imagen de esta cocina-salón de una casa para
un matrimonio sin hijos en los años 60 en Estados Unidos, Case Study Nº21 de Pierre
koening, del que me declaro absolutamente fan.

Pd:Y si podéis ir de picnic en Domingo para no ensuciar mucho la cocina que hoy solo contamos con una!
No hay comentarios:
Publicar un comentario